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sábado, 24 de septiembre de 2011

CANCIONES QUE ME RECUERDAN A ÉL #01

Ha pasado el tiempo, ha habido cambios... Cambié sonrisas por lágrimas, cambié refrescos por alcohol, cambié golosinas por cigarros, cambié mi alegría por depresiones, cambié inocencia por experiencias... Pero sigo siendo la misma. En el fondo sigo siendo esa niña inocente, que sin quererlo, pero tampoco sin evitarlo se enamoró de ti. Esa que cada vez que te ve se vuelve loca, esa que al oír tu nombre se ruboriza... 
Esa que no ha dejado ni un instante de quererte. 


jueves, 22 de septiembre de 2011

Normalmente la gente que se quiere no se miente, yo te miento cada vez que te digo que no me acuerdo de ti... Normalmente no se insultan, yo te insulto cada vez que me miras... porque la rabia de no poder estar contigo me obliga a hacerlo... 
Normalmente la gente que se quiere, quiere quererse... yo no lo quiero. Porque lo nuestro no es un amor bonito, de esos de película con final feliz... Lo nuestro es a la inversa, es un amor de esos que hacen llorar... Tuvo su principio feliz... y ahora es un infierno. Yo solo quiero olvidarte... 
Estoy enamorada de ti, por eso quiero decirte al oído que te odio. 

martes, 13 de septiembre de 2011

Nos creamos grandes expectativas sobre aquello que queremos conseguir, idealizamos nuestros sueños pensando que al conseguir lo deseado, habrá un final feliz para siempre. Pero no es así. Simplemente son ilusiones, ya que cuando consigues aquello que durante tanto tiempo has deseado, dejas de desearlo tanto...

lunes, 5 de septiembre de 2011

Eran una pareja singular. Se querían mucho, tanto que se odiaban. Eso no era sano, no era amor. Discutieron, y para arreglarlo quedaron en verse esa noche, a las doce en punto en ese viejo campanario. 
Ella aún tenía la esperanza, de que el recapacitara, de que se dejaran de tonterías e intentaran quererse como se supone, debe quererse la gente... Llegó la hora. Todo el mundo le había dicho que no perdiera el tiempo, que no fuera, pues él era como era y nada le haría cambiar.
Ella hizo oídos sordos. Mientras subía sola las escaleras, pensaba en cómo sería bajarlas con él de su mano. 
Y al fin, llegó a la cima. Cima en la que no había nadie. 
Todas sus ilusiones y esperanzas se derrumbaron. No quiso esperar, y se marchó corriendo, llorando. 
A las doce y cinco él estaba allí, esperándola. 
Ella jamás lo supo. 
El destino es caprichoso, y le gusta hacernos sufrir. Ellos siguieron con su vida, pero por casualidades de la vida, no pudieron vivir como querían.